Juan Antonio Martínez Muñoz |
viernes, 23 de enero de 2009 |
Resulta curiosa la estrategia de los socialistas, con su apabullante maquinaria manipuladora, para apropiarse del triunfo de Obama. Parece que son ellos los que han ganado y lo celebran como si con él salieran de entre los parias políticos del mundo pero, aunque se quiera dar la impresión contraria, el mero hecho de haber sido despreciado por Bush no garantiza que se vaya a contar con el apoyo de Obama. Algo ocultan cuando no dejan ver las diferencias.
Una importante es el respeto y compromiso con los valores nacionales y religiosos occidentales por parte de Obama que contrasta con el desprecio y hostigamiento de Zapatero hacia lo español, lo religioso y lo occidental, en coherencia con sus afinidades hacia el Grande Oriente. El talante moderado de Obama se distancia del rancio socialismo, radical, sectario y agresivo, de Ferraz. Éste utiliza todos los resortes, especialmente el mugriento guirigay de las televisiones, para generar animadversión mediática contra cristianos y españoles; buscando su neutralización y marginación fabrica ficticios enemigos de quienes simplemente se esfuerzan por conocer la verdad, ser mejores y ayudar a su patria, permite que cualquier terrorista pueda amenazarlos y combatirlos.
Esa diferencia es posible porque los destinatarios de sus discursos también son muy diferentes: unos son personas que han construido y mantenido una nación, la aprecian y se sienten orgullosos de ella, se puede apelar a su responsabilidad y sacrificio con esperanza de que se van a esforzar en tiempos difíciles. El otro tiene como interlocutores a unos paniaguados que no quieren saber nada de responsabilidad ni de trabajo, menos aún de la nación; lo esperan todo de lo que sus dirigentes detraen con impuestos al público cautivo; su manipulación sólo requiere la simpleza que vemos en la información televisiva bananera basada en la agresividad hacia aquellos de quienes son parásitos. La opuesta repercusión económica de ambos puntos de vista y públicos es obvia; el ingenio propagandístico manipulador de una secta política no incrementa el producto interior bruto y con la demagogia sólo comen cuatro lenguaraces (aquí llamados titiriteros). Además, a los que tienen que combatir el terrorismo para defender a Occidente nos les puede interesar mucho el apoyo de quienes están siempre dispuestos a comprender y ayudar a cualquier extremista que quiera destruirlo.
* Juan Antonio Martínez Muñoz es profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.
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me hubiera gustado comentar mas aspectos de tu reflexion pero el espacio esta limitado y no se me ha permitido. por ello solo voy a hacer incapie en el hecho del patriotismo americano, admirable en mi opinión, y algo en lo cual los españoles tenemos mucho que aprender de los americanos.