No ha hecho más que empezar el año y ya nos la han dado con queso. Nos vendieron, para Nochevieja, una fiesta en un local (Locanda, c/ Cuesta de los caños viejos) con un supuesto aforo de 500 personas y nos aseguraron que nos lo cerrarían para dos grupos de 200 personas en total. Oferta apetecible. Cuál es mi sorpresa al llegar, que allí había tanta gente que no caía un alfiler, contaban sólo con dos barras, un camarero por cada. Y lo que es peor, la gran mayoría de los allí presentes no tenían cara ni de haber llegado a Bachiller.
La situación era tan agobiante que una de las timadas avisó a la Policía Municipal, presentándose en el lugar a aquello de las 4.00 horas. Nos sacaron uno a uno del bar para hacer recuento y anotar quién no cumplía la edad permitida. Ya en la calle, los comentarios empiezan a cruzarse y todo comienza a saberse. A los menores se les vendió la fiesta como, precisamente, 'una fiesta de menores'. Y a nosotros, como una fiesta para 200 personas con aforo de 500. Por supuesto, entre tanta mentira, el aforo no se acercaba ni lejanamente a los 500. No fue el único caso de esta festiva noche, sino que dos locales más, en la capital, fueron también desalojados por el mismo motivo.
Pasados dos días, seguimos sin saber qué 'condena' (si es que llega) se les impondrá a los responsables, y si habrá forma de recuperar nuestro dinero -35€-. Lo más grave de todo no es el dinero, sino la posibilidad de haberse producido un 'Madrid Arena 2.0'.
No aprende el empresariado español, capaz de poner en peligro la vida humana por exprimir cada centavo. Tampoco aprende la justicia española, ya que hasta el momento sale demasiado barato jugar con la salud de las personas. Esperemos noticias y, ante todo, sanciones.
Manuel Flores
*Este diario no se hace responsable de las opiniones de sus colaboradores ni de las de las cartas al director
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